Existen aquellos con cámaras fotográficas en el celular, el
bolsillo del pantalón, en el reproductor de música… vaya, hasta en el bolígrafo
cargan con una cámara y sin embargo, no consiguen una buena foto.
Por el otro lado, dentro de la compleja variedad de seres
humanos encontramos los fotógrafos. Son seres ingenuos e imaginativos; crudos y
realistas. Uno pensaría que se despiertan muy temprano y regresan hasta la cama
hasta muy noche. Yo creo que no van a dormir. Viven conscientes del mundo que
gira a su alrededor, siempre alertas con un dedo cerca del disparador. Los
fotógrafos no aguardan porque saben a ciencia cierta que si esperar demasiado aquel
segundo dorado se esfumará. Digamos que los fotógrafos tienen un pacto secreto
con las fuerzas místicas de nuestro planeta y también con las meteorológicas.
Sienten cosquillitas cada vez que se avecina una luna gorda y blanca; o su
cuerpo gira sobrio su propio eje y los ubica frente a una situación social
digna de reconocimiento. A veces parecen espías con la cabeza conectada a la
cámara, observando todo desde un visor, intentando no temblar, guardando el
equilibrio con el peso extra que les cuelga del pecho y siendo cautos para no
emocionarse de más y gritar “¡qué belleza!” si no acomodarse en el ángulo
adecuado y dejar que la belleza hable por sí misma.
Esa es la mejor definición que conozco de un fotógrafo y
aunque no esté completa ilustra muy bien el espíritu entregado y aventurero de
estos seres. Pues bien, en el 2004 el mundo fue testigo de un documental que no
necesita definiciones o muchas palabras porque en el sí aplica la famosa oración
“una imagen habla más que mil palabras.” La fotógrafa Zana Briski viajó a la
India con la idea de documentar la vida en los burdeles del distrito rojo de
Calcuta, sin embargo, no se imaginaba que su proyecto daría un giro dramático
debido a los niños de la zona. Son ellos los protagonistas de este documental:
ocho niños con cámaras en sus manos.
Zana se las otorga junto con clases de
Fotografía pues ella está interesada en el resultado del experimento. ¿Y qué sucedió?
Un viaje increíble de auto descubrimiento, lucha y pureza. Fotos divertidas,
asombrosas, crudas, bellas, que nos dejan sin palabras. Como espectadores
observamos las difíciles vidas de todos ellos: hijos de prostitutas,
drogadictos, vendedores ilegales; niños obligados a trabajar desde muy temprana
edad. En un mundo donde el término “esperanza”
no existe, estas personas –Avijit, Gour,
Kochi, Manik, Puja, Shanti, Suchitra y Tapasi- nos muestran su perspectiva, su
manera de ver la vida y sus almas a través de sus fotos.
El grupo de fotógrafos de la maestra Zana se apasiona con sus clases, escapan de sus crueles realidades al tomar la cámara. Están dispuestos a capturar los fantasmas del pasado y mostrar al mundo quiénes son y cómo son. La enseñanza del documental es la definición de fotógrafo y saber que aquél que capture al mundo basándose en su corazón necesita muy poco de teoría.
Por cierto, si después de ver el documental están
interesados en el futuro de nuestros pequeños grandes héroes éste es el link de
la página Kids with Cameras. Es la organización de Zana Briski fundada en 2002.
El mismo proyecto se repitió en otras ciudades con resultados espléndidos pero
¡venga, mejor no leas más e ingresa a la página! Te aseguro que sonríes…
Cuando una cámara dispara se crean nuevos mundos.
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